“Un novelista, un narrador, cuenta no verdades. Y yo soy esencialmente novelista, narrador; así pues, relato no verdades, aunque la
crítica, los amigos, me califiquen de poeta-pintor o viceversa”. Así concluye Antonio Beneyto su presentación de este “Diario del
artista suicida”, en el que, puntualiza, ha realizado cambios de nombres reales, vivos, por apócrifos y también situaciones en ficción.
No existe fractura entre la obra gráfica y la narrativa de este creador que defiende la estética postista y el surrealismo, pero también
un cierto realismo. Autor, entre otras obras, de los libros Los chicos salvajes, Cartas apócrifas, Tiempo de quimeras, El otro viaje,
Eneri, desdoblándose y Còdols en Nueva York, combina en estos la escritura con la ilustración y los juegos con las tipografías, con las
letras, en definitiva. En su opinión, no hay acto de lectura sin escritura.
Nació en Albacete en 1934 y reside en Barcelona desde 1967, en un estudio del Barri Gòtic, amigo de Pere Gimferrer y también
amigo y admirador de Alejandra Pizarnik, Beneyto ha expuesto su obra en numerosas galerías tanto de España como de otros
países y su obra se encuentra entre otros, en museos como el Macba, el Musée d’Art et Historie de Ginebra y en el Museu de
Montserrat o las colecciones Vila Casas y Fran Daurel de Barcelona.
Como muchos diarios, este de Beneyto incluye curiosidades, relaciones, viajes, correspondencia y un sinfín de detalles que el
creador manchego quiere compartir. El libro, número dos de la Nueva Biblioteca Íntima, junto al epistolario que Beneyto mantuvo
con Alejandra Pizarnik y que se recoge en el número uno de esta colección con el título Dos letras, inauguran una nueva etapa para
la colección que en su día inició March Editor (etapa 2003-2011). El Diario nos ofrece también imágenes de su obra y fotografías del
artista desde pequeño, junto a exposiciones y encuentros con otros escritores o artistas. Pintor, escultor y escritor, empezó su
carrera artística y literaria en Palma de Mallorca, en torno a Papeles de Son Armadans, donde conoció a Robert Graves, Camilo José
Cela, Antonio Fernández Molina y Cristóbal Serra. Luego se trasladó a Barcelona, donde dirigió la colección de La Esquina, en la que
editó libros de Juan Ramón Jiménez, Max Aub, Gómez de la Serna, Juan-Eduardo Cirlot, Joan Brossa, Carlos Edmundo de Ory, entre
otros. En la colección Ocnos de Barral Editores editó la antología El deseo de la palabra, de Alejandra Pizarnik, de la que fue su
introductor en España. Paralelamente fue haciendo obra propia y colaboró en otras editoriales como Lumen, Grijalbo, Bruguera y
Ediciones Picazo. Con la publicación de este Diario tenemos ahora a nuestro alcance una muestra, pura y completísima, para
conocer al creador y escritor postista