Saint-Exupéry ha iluminado mi vida desde la infancia. Me regaló como compañeros a un principito y a un zorro y me permitió descubrir a François, el hermano querido de Antoine, quien le cerró los ojos cuando tenía solamente quince años, una edad en la que yo mismo hubiera podido pasar al otro lado... Me sumergí con fervor en las obras del piloto-escritor, lo mismo que hace hoy mi hijo François.