El esclavo pensó que hacía mucho que no decía su nombre. Lo llamaban el "chico" o "el negro".
Nadie le había preguntado cómo se llamaba.
Ahora recuperaba su nombre y se alegró mucho. Se sentía cerca de la libertad.
El esclavo levantó la cabeza y dijo con orgulll:
-Yo soy Kimunguiñe, de la tribu de los dinka.