En los libros sagrados se manifiesta que el hombre fue hecho a imagen y semejanza del Padre, pero la imagen y semejanza del Padre no es Él mismo sino una imagen especular de Él.
Él es algo así como la energía que da vida al universo y en esa vida estamos nosotros. Pablo de Tarso dijo: “El Padre es todo y fuera de Él no hay nada“.
La única posibilidad que puede justificar nuestra existencia, es que seamos un sueño del Padre, en el que vamos adquiriendo experiencias que conforman un aprendizaje con un sinfín de posibilidades, pero siempre bajo el control de nuestro estado espiritual de perfección ya desde el origen, es decir, desde lo absoluto creamos lo relativo.
Por otro lado, el hombre solo descubre lo que ya preexiste. Las leyes que rigen el Universo desde el punto de vista físico-matemático no se han creado al azar, por lo que en el libro se intenta demostrar que estas y cuanto existe en este Universo son El padre y nosotros parte del mismo, ya que Él no es algo que podamos ver desde el punto de vista estrictamente humano, sino a través de sus obras. Él es un principio armónico de todo lo que existe y tiene un fin único y perfecto, proyectado en una única dirección – el Amor.
Todos estamos condenados a ser perfectos en Él y ese es el principio del fin.
