André Robinet traza aquí las líneas decisivas de la filosofía occidental, desde el imperio
cartesiano del pensamiento puro hasta el sentido problemático que adquirió el cogito –“yo
pienso”- con Kant. En ese camino, son tres los momentos capitales que identifica y analiza
el autor. En primer lugar, está el dominio del “pensamiento pensante”, que comienza
en tiempos de Descartes y abarca diferentes fases del cogito –la empírica, la existencial o la
intelectual- hasta llegar al descrédito que alcanzó Malebranche. En segundo lugar, aparece
el “pensamiento despensado”, que encuentra entre sus máximas expresiones el “pienso,
luego no existo” de Huet o el cogito derrotado por cogitara, en la obra de Leibniz. Finalmente
se encuentra el “pensamiento pensado” de Rousseau y Kant, y el sentido empírico
del sum –“yo soy”-, inherente al “yo pienso”.