Dice Malévich que es difícil establecer una línea entre lo que es arte y lo que no lo es. La poesía nos fuerza a detenernos y extrañarlo todo, también lo conocido. Si el mundo no es objetivo, como también quiere Malévich, ¿no es la poesía la que hace que el mundo sea otra cosa? Seguramente, algo mental, pero no voluntario, no deliberado, sino forzoso.La materia no-objetiva del mundo sería también, en virtud de la magia de la poesía, ubicua, pero indetectable si no fuera de forma indirecta, como es la materia «oscura» del universo.El poeta seguramente aspira a llegar al punto en que poder hacer con esa materia «cualquier cosa», como dice Riley de su música. «Got to the point where I could do anything I wanted».Es de suponer que la poesía seguirá aprendiendo de la música, como en su origen. Quizás le toca volver atrás por haber desconocido -no reconocido- el valor de las vanguardias del siglo pasadoà Y creo que la poesía se reconducirá a lo que no tiene valor psicológico, a la simultaneidad de tiempos, rápido y lento, a la indeterminación en el proceso, no en el resultado, a poner el acento en las partes, no e