Este libro explora la emergencia de la relación entre lo biológico y lo arquitectónico. Emergencia como urgencia y como impulso. Se ha convocado aquí, por ello, a autores como Rachel Amstrong, asumiendo la parte del experimentalismo que está sito en la historia, mas tan libre de ataduras como podría sentir el neohumanista Wilhelm von Humboldt, donde la historia en sí misma poseía libre voluntad, haciendo frente al sujeto histórico. Las formas de vida que surgen de su laboratorio, aparentemente requieren ser entendidas de manera convencional. Sin embargo, las formas de vida no son tan reconocibles. Por ello, Wittgenstein no emplea su epítome «formas de vida» como concepto teórico y es la filósofa Carla Carmona quien expone aquí con rotundidad qué podría ser para nuestro tiempo una aproximación a tal noción. Siendo, como ha sido, que nuestra historia no ha corrido en paralelo a nuestra biología, su reconciliación está pautada hoy por intentos de aproximación. De la biología a la arquitectura trata el capítulo que el profesor de Microbiología Carlos Medina aporta a este volumen, considerando cuatro claves desde el metabolismo microbiano: el empleo de nuevos materiales, el aprovechamiento racional de la energía, el diseño de edificios beneficiosos para la salud humana y la aproximación de la arquitectura a diseños naturales microscópicos. En vía inversa, de la arquitectura a la biología, los capítulos de los investigadores y arquitectos Eduardo Mayoral y David Moreno proponen estrategias proyectuales —o lo que el primero llama «arquitecturas biosintéticas»—, para desafiar la tentación de generatividades formales espectaculares, pero carentes de contenido. La búsqueda de discernimiento de lo que es hoy lo Natural corre a cargo del ingeniero Pascual Riesco. Se encarga de describir el papel de la naturaleza en su relación con los objetos construidos, como un agente que presiona creativamente sobre la obra. Y las repercusiones de la artificialidad de la vida, en un proceso que se autonombra como Transhumanista, son estudiadas por el filósofo Víctor H. Palacios. Por su parte, la arquitecta Paula Fernández se sumerge en la literatura especializada del siglo XX y hasta nuestros días en lo tocante a sus escarceos con lo biológico. Si el problema histórico es esencial para poder sostener la hipótesis continuista contra una nueva tecnocrática sin relación con el pasado, el texto del arquitecto Salvador Haddadi estudia la arquitectura de mediados del siglo XX desde los denominados tipos híbridos en su relación con la formulación de formas de vida. Para terminar, un intento de sistematizar todos los articulados técnicos, sociales y económicos que el proyecto de arquitectura debe mantener es desgranado por las arquitectas Milagrosa Borrallo y María López de Asiain.