«¿Qué diría Karl Marx si jugara a videojuegos? ¿Podría hablar de lucha de clases mientras gestiona una ciudad virtual? ¿Qué diría Theodor W. Adorno sobre la «artisticidad» de Dark Souls? ¿O Rosa Luxemburgo sobre la estructura explotadora de la industria del videojuego? ¿Se despierta alguna potencia emancipadora mientras jugamos? (...) Los asuntos que abarca el pensamiento marxista no han perdido vigencia, aunque en ocasiones se han vuelto algo oscuros o han sufrido mala propaganda. Este texto se propone poner en comunicación al marxismo con los videojuegos, como un ejercicio de acercar, clarificar y actualizar ciertos conceptos básicos del pensamiento marxista, al mismo tiempo que se establece un modelo de reflexión y crítica particular a través de este pensamiento para el videojuego». La industria del videojuego mueve miles de millones de euros cada año en todo el mundo. Sus grandes obras ocupan durante horas a cientos de miles de jugadores. Y todavía hay quien se atreve a tachar este formato de «puro ocio», ajeno a la crítica cultural y política. Aquí, Antonio Flores Ledesma no solo reivindica la ca