Es el hombre perfecto.
Te dice que te ama.
Crees que es tu media naranja.
En poco tiempo, se ha instalado en tu corazón y en tu casa.
Y luego se va durante días. No sabes adónde ha ido ni con quién está.
Pronto te das cuenta de que, si pudieras volver el tiempo atrás, te dirías a ti misma: no le dejes entrar.