Tell el-Amarna, un lugar lleno de grandeza y tragedia, una ciudad construida a capricho de un faraón en un lugar hasta entonces deshabitado; un asentamiento que en menos de media generación se fundó, habitó y abandonó a su suerte hasta el día de hoy. Esta ciudad, durante su breve periodo de existencia, fue la capital del mayor imperio del mundo. Fue el escenario de un fantástico experimento monoteísta llevado a cabo mientras el resto de ese imperio iba directo a la ruina. En ella se atendían todos los asuntos de Estado. En sus calles estaban representadas todas las naciones del mundo conocido: minoicos, micénicos, chipriotas, babilonios, hititas, judíos y docenas de otros pueblos, mientras que el trasfondo conformado por el estilo de vida egipcio permanecía inmutable e inalterable. A lo largo de las páginas de este, el célebre arqueólogo J.D.S. Pendlebuy, nos proporciona una idea general del yacimiento, primero acercándonos a la historia del periodo, después a los restos que han llegado a nosotros (ya sean estos edificios administrativos o casas particulares) y, por último, al arte y religión correspondi