En Las bicicletas son para el verano, Fernando Fernán-Gómez recrea la memoria de su adolescencia en el barrio de Chamberí de aquel Madrid republicano durante la guerra civil. Una mirada hacia atrás, sin ira, en donde asistimos al desarrollo de los diversos conflictos dramáticos que plantea la vida cotidiana de unos personajes sencillos, pertenecientes en su mayoría a dos familias de la pequeña burgesía madrileña, determinados por el telón de fondo de la Hisotira, del horror de aquella guerra. Pero lo fundamental de esta "comedia de costumbres" reside en la actitud deliberadamente emotiva y cordial con que el autor se aproxima al tema, una crónica sentimental que constituye la clave para explicar el espectacular éxito de crítica y público que suscitó el estreno en 1982 de una obra que fue Premio Lope de Vega en 1977 y a la que Eduardo Haro Tecglen no ha dudado en calificar de obra maestra.