Zweig narra su gratitud a los libros?Ahí están ellos, aguardando y en silencio. Incitan, llaman, pero no exigen. Están mudos en su anaquel. Sobre ellos parece flotar el sueño, y, sin embargo, desde cada uno en particular, como un ojo en vela, un nombre te mira fijamente. Si pasas cerca de ellos con la mirada, con las manos, no te siguen con sus gritos implorándote, ni se adelantan hacia ti. No exigen. Esperan a que te hayas abierto a ellos; sólo entonces ellos se abren: los libros.?