: Si la Beatrice de Dante nos mostró el cielo y Orfeo los infiernos, Mos, el bichón maltés de nuestro protagonista, nos introduce en la educación sentimental a través del mundo de los perros. ¿Quién iba a sospechar que las mascotas, más que meros acompa- ñantes, son lazarillos de múltiples experiencias que nos devuelven la auténtica imagen de nosotros mismos? Con ellos compartimos sueños, deseos, miedos, soledad y ambiciones. La novela cuenta el trasiego del ir y venir de su mundo a nuestro mundo a través de la ciudad, escenario privilegiado para el acontecer de las pasiones.