Desde el siglo XVIII se impuso en Europa el empirismo filosófico como la forma mental más
adecuada para estudiar los problemas humanos. Desde la óptica del empirismo —tan
vigorosamente renovado en el siglo XX— no tienen explicación realidades tan elementales
como la índole personal del ser humano o la noción del deber jurídico.
Este estudio es un breve desahogo en el que su autor toca abiertamente los temas
centrales de cualquier reflexión en el derecho. Es un estudio con pretensiones demasiado
atrevidas, pero su autor considera que, tras cincuenta y tres años de dedicación a la Filosofía
del Derecho, es un buen momento para exponer lo que todos hacen o piensan y casi nadie
reconoce expresamente.