Para colonizar un territorio no basta con tener las capacidades técnicas y los recursos económicos necesarios, sino que también hay que valorar que la empresa merece el gasto y el esfuerzo, lo que explica por qué expediciones como las de los vikingos en América o la incursión mongola en Occidente fueron limitadas. A partir del siglo XIII, Europa comenzó a integrarse en un proceso de «globalización» temprana, estableciendo conexiones pacíficas con un mundo multipolar y próspero. A lo largo de las páginas de Las puertas del mundo exploraremos cómo los europeos, al interactuar con culturas y civilizaciones más avanzadas, lograron enriquecer y transformar su economía, su cultura y sus conocimientos.