En tiempos de Cervantes se solían representar entremeses antes de las obras de teatro.
Eran obritas muy breves, hechas para divertir al público y a menudo mejores que la obra principal, y triunfaron en España y en la América española.
Los entremeses de Cervantes son geniales, y pese a su brevedad son de una calidad comparable a lo mejor de su obra;
se consideran la cuna del teatro cómico universal y resultan especialmente adecuados para ser leídos, pues como se ha señalado, son casi novelas breves.