Una lectura fresca y acalorada a la par que saludable. Gracia, naturalidad, colorido y algo de sal gorda es lo que pueden encontrar en estos cuentos protagonizados por frailes, monjas, viudas, malmaridadas y algún obispo. Si alguna vez se han preguntado si la poesía sirve para algo, les alegrarán, si tienen, los humores, les levantarán, de paso, la moral y les darán una respuesta: la poesía sirve también para divertirse.