¿Acaso tienen alguna relación la religión y el psicoanálisis? De entrada, el hecho de tomarse seriamente la radical experiencia de la angustia que padecen los seres humanos en algún instante de su vida. En segundo lugar, reconocer la relevancia del «padre», con y sin mayúscula, en el crecimiento del individuo. En tercer lugar, apreciar la importancia de la palabra, que aparte de jugar un papel primordial en la comunicación, desempeña una función formativa. En cuarto lugar, pero no el menos significativo, considerar el pasado como punto de referencia y, desde él, dotar de sentido al presente y al futuro.
Esta enumeración se podría ampliar, sin duda. Con todo, basta aproximarse al pensamiento de Freud, Jung y Lacan tres de las figuras indiscutibles del psicoanálisis para entrever la paradójica relación que han mantenido religión y psicoanálisis en el pasado siglo, donde además de enriquecerse mutuamente, no han renunciado a la crítica fecunda.
