Dorian odia las mentiras.
Después de unos años complicados y una vida dedicada al trabajo y al mar, por fin siente que las cosas empiezan a funcionar como deberían.
Su mente ha vuelto a pertenecerle por completo: ya no le duele ver las amapolas, aunque siga escondiéndose de la chica que siempre le recordará a la primavera.
La misma que le estrujó el corazón al irse y llenarlo de mentiras. La misma que, según su nonna, formaría parte de su futuro.