Entre 1929 y 1948, Hollywood era una ciudad formada por pequeños imperios creadores de
sueños. Los grandes estudios cinematográficos eran feudos de talento... enormes, densos,
bulliciosos, diversos. Era la edad de oro de las películas, y cada estudio hizo su contribución
distintiva a la industria del cine: Paramount, donde Adolph Zukor dejaba a sus directores
plena libertad para que expresaran todo su talento; MGM, donde el rey era el productor y
basaba su política en ofrecer las más grandes películas interpretadas por los más grandes
actores; Warner Brothers, regida por la frase clave de Jack Warner: «No lo quiero bueno, lo
quiero el martes»; Fox y su estética conservadora; RKO, abierta a todo tipo de filmes; Universal, la auténtica industria del cine, un monstruo gigantesco si personalidad propia, mimético
de todos los demás estudios, pero capaz de darnos también los mejores clásico del cine de
terror. Ethan Mordden, en su atento repaso a los principales estudios de Hollywood en los
grandes años de la producción cinematográfica, nos ofrece una apasionante retrospectiva
que abarca toda una época y un lugar. Lleno de anécdotas e incidentes, Los estudios de
Hollywood son a la vez una exploración autorizada y un gran revival de la época en que se
cimentó uno de los fenómenos más revolucionarios de nuestro siglo: el cine