Estas palabras nos dan la clave de esta biografía. La historia de una mujer que murió en 1967 cuando
contaba sólo cincuenta y tres años de edad, y que fue tan bella como obstinada. Nacida un 5 de
noviembre, fiesta popular en Inglaterra, años después su madre la convenció de que los fuegos
artificiales de este día eran en su honor. No es de extrañar, pues, que tan especial apreciación de su
persona la ayudara a colmar sus ambiciones como si fueran su destino. «Haré el papel de Scarlett
O’Hara», anunció cuando aparecían las críticas de la novela “Lo que el viento se llevó”. Y lo cumplió.
Siendo la esposa de un abogado y con una hija de corta edad vio a un apuesto actor, y de inmediato
anunció: «Me casaré con él». Y lo cumplió. Desde 1940 hasta 1960, año en que se divorciaron, Vivien
Leigh y Laurence Olivier fueron la “real” pareja de los escenarios de dos continentes, a pesar del lento
deterioro de su relación debido a la manía depresiva de Vivien, que la llevó a hacer locuras y tener
aventuras incluso cuando triunfaba en el papel de Blanche Dubois, de “Un tranvía llamado deseo”.
Para contar esta historia de ambición y coraje, y de cómo Vivien halló un puerto más abrigado en Jack
Merivale, el compañero de sus últimos años, Alexander Walker se nutre de los recuerdos y anécdotas
de familia, amigos y compañeros de escena, así como de sus propias conversaciones con Vivien Leigh
poco antes de su muerte y crea el retrato fascinante de una mujer única y compleja