Freya Lockwood solía trabajar como cazadora de antigüedades con su exmentor hasta que en un viaje a El Cairo todo terminó mal. Más de veinte años después, recibe una llamada de su excéntrica tía Carole, amiga incondicional de Arthur, en la que le informa de su misteriosa muerte. Freya regresa al pueblecito inglés en el que se crio junto a su tía para acompañarla en esos difíciles momentos, donde recibe una inesperada carta encriptada de su antiguo amigo. Pero eso no es todo. En la tienda del anticuario descubre los diarios que éste había escondido donde solo ella podía encontrarlos. Todo apunta a que Arthur, conocedor del peligro de su situación, había dejado pistas a Freya y Carole para que llegaran al fondo del asunto si le pasaba algo. Además, el abogado encargado de ejecutar la herencia les impide acceder a la tienda, que Arthur ha legado a Freya en su testamento, hasta aclarar lo ocurrido. Embarcadas en la investigación, deciden asistir a un evento de fin de semana para amantes de las antigüedades que Arthur había reservado donde nada es lo que parece y nadie es quien dice se