En este laberinto mortal, lo más peligroso podría ser la pasión que existe entre ellos.
Sadaré se despierta en un laberinto y descubre que ha perdido todos sus recuerdos, excepto uno: es una poderosa hechicera.
Su único acompañante es Daesra, un inmortal hostil, apuesto y peligroso que vendió su alma divina a cambio de poder y venganza.
A pesar de su enemistad, no tienen más opción que unir fuerzas para llegar al centro del laberinto y derrotar al monstruo que les impide escapar.
Sin embargo, cuanto más avanzan, más letal y vivo se vuelve el laberinto y más atraída se siente Sadaré por Daesra de maneras que no puede comprender.